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La isla de basura del Pacífico, también conocida como GPGP (por sus siglas en inglés Great Pacific Garbage Patch), mancha tóxica o sopa de basura, es un área ubicada al noroeste de Hawaii que no fue descubierta hasta bien entrada la última década del siglo pasado.
La formación de esta gran acumulación de residuos se originó en sus inicios a la convergencia de las corrientes oceánicas en el vórtice subtropical del Pacífico Norte con los vientos alisios que giran en dirección contraria. Así los residuos y desechos que circulaban alrededor se concentraron en un solo punto y con el paso del tiempo el volumen de estos residuos y desechos creció hasta convertirse en un gran vertedero flotante.
Desde 1988 en una publicación de la National Oceanic and Atmospheric Administration (NOAA) se advertía de la existencia de esta gran concentración de residuos, pero no fue hasta 1997 que comenzó a reconocerse de manera pública que esta isla de basura del Pacífico existía.
Al encontrarse ubicada en una zona alejada de las rutas marítimas comerciales más habituales y, teniendo en cuenta que la mayoría de los residuos acumulados que la forman no flotan en la superficie marina, se mantuvo fuera del foco de atención de gobiernos y organizaciones.
La isla de basura del Pacífico cubre un área de 1,6 millones de kilómetros cuadrados y se calcula que acumula alrededor de 80 000 toneladas de plástico, material que ocupa el 99% de los residuos encontrados en la zona. El polietileno y el polipropileno son los tipos de plásticos más comunes que se encontraron, algo que es totalmente normal si tenemos en cuenta que ambos son materiales esenciales en la fabricación de productos de consumo diario como envases de alimentos, de productos de limpieza, champú o detergentes, bolsas de consumo, pañales para bebés, botellas de agua, refresco y zumo.
Los residuos de plásticos más encontrados en la llamada isla son los microplásticos, esas pequeñas partículas de plástico de las que conocemos mucho.
La isla de basura se ha formado por los residuos que terminan, directa o indirectamente, en los océanos arrastrados por las aguas de ríos y sistemas de drenaje después de no ser depositados en los contenedores adecuados, obviando las ventajas que ofrecen el reciclaje y la reutilización de productos en estos casos.
Si no recicla bien y los residuos plásticos no se depositan correctamente en los contenedores indicados para este proceso, se dificulta las identificación, separación y clasificación de estos residuos. Y a esto habría que sumar la eficiencia dudosa que ofrece un sistema integral de gestión de residuos que todavía ve en los vertederos un destino para muchos residuos.
Los seres humanos somos los principales responsables de estos residuos que terminan en el mar. La contaminación que se genera en los océanos por estos residuos es algo que termina por afectarnos a todos por igual. El modelo económico actual nos hace reproducir una dinámica en la que cada vez más consumimos productos fabricados con plástico a un ritmo que no parece detenerse.
Por tratarse de un material ligero y que ofrece a la vez una flexibilidad y durabilidad sin comparación con otros materiales, las aplicaciones del plástico en la vida cotidiana son muchas, sobre todo en productos de un solo uso: pajitas, vasos, platos y cubiertos desechables, bolsas comerciales, botellas, empaques para alimentos, máquinas de afeitar desechables, envases de yogurt o mermeladas.
Según datos ofrecidos en la primera Asamblea de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEA), el daño ambiental causado por el consumo de plástico a los ecosistemas marinos representa unos 13 mil millones de dólares. Esta cifra incluye el coste de la limpieza de playas y la pérdida financiera incurrida por la pesca.
Entre las principales consecuencias de la isla de basura están la disminución progresiva y creciente de la fauna marina con el consiguiente aumento de las especies en peligro de extinción, la contaminación de las aguas con las que luego tenemos contacto de una u otra manera (incluyendo el agua potable que bebemos), la contaminación del aire con los consiguientes cambios en el clima, la pérdida de la fuente de alimentación para poblaciones vulnerables que tienen en la pesca su actividad económica fundamental.
Como el plástico es una material con bajísimas tasas de degradación, su persistencia en las aguas hace que por la acción del viento, la exposición al sol, las olas y los cambios de temperaturas, se fragmenten en pequeñas partículas que extienden la contaminación por más zonas del océano y son más fácilmente consumibles por peces y mamíferos marinos, provocándoles intoxicaciones irreversibles.
Los peces pequeños ingieren estas pequeñas partículas creyendo que son alimentos y terminan envenenados, situación de intoxicación que se repite en sus depredadores. Los ejemplares más grandes de la fauna marina sufren también las consecuencias al confundir el plástico con alimento. Esto les genera intoxicación en el estómago, pues no llegan a digerir el plástico correctamente a lo que se suma la obstrucción que provoca en sus estómagos la acumulación de plástico que no deja sitio para la comida y genera una falsa sensación de saciedad. El resultado es que los animales mueren de inanición y malnutrición.
Las mediciones posteriores al descubrimiento de la isla de basura del Pacífico han demostrado que la concentración de residuos plásticos ha aumentado exponencialmente, lo que señala que la entrada de plástico a la isla de basura es mayor que la gestión que se hace para eliminar los residuos.
La principal paradoja de esta concentración de residuos es su propia situación geográfica. Al estar ubicada en aguas internacionales, ningún gobierno tiene una responsabilidad jurídica directa en la gestión de estos residuos acumulados y por ello la inversión de recursos económicos necesarios para limpiar esa zona, desde el punto de vista gubernamental, es muy limitada. Sin embargo, organizaciones como The Ocean Clean Up impulsan iniciativas y tecnologías para tratar de minimizar los daños ambientales que causan la presencia de los residuos plásticos en el mar.
Si bien la isla de basura del Pacífico es la más grande, no es la única concentración de residuos a gran escala que existe en la actualidad. Se estima que existen otras cuatro zonas en las que se acumulan residuos plásticos: una en el océano Índico, dos en el Atlántico y una más que se localiza también en el Pacífico.